La Habana no es una ciudad normal
Por Ariel Maceo Tellez
No es Ucrania, no es Siria, no es Irak, es Cuba. Una ciudad que nunca ha sido bombardeada, ni fue invadida por nadie. Tanto que el dictador Fidel Castro le mintió a los cubanos de que Estados Unidos nos iba a atacar y eso nunca sucedió. Lo que sí sucedió fue la destrucción de la capital de todos los cubanos, por culpa del comunismo.
La ideología comunista terminó destruyendo una ciudad que era preciosa, republicana. Que tenía aroma a café en sus calles. La Habana era como un pequeño New York con sus cafés, bares y casinos. La Habana tenía el glamour y la rumba, el ballet y el guaguancó. Todo eso junto. Ahora solo queda una ciudad que se cae a pedazos y que se está quedando vacía.
Llega una hora en el día en que la Habana se convierte en una ciudad fantasma. Se ha ido tanta gente de Cuba que se siente el silencio y el vacío en las calles. Lo que antes eran calles concurridas ahora son espacios donde la nostalgia golpea tan fuerte como la represión.
La Habana es una ciudad oprimida, por eso sus edificios se caen como fichas de dominó mal puestas y la basura deja ese mal olor que se le pega a uno en ropa y sin quererlo lo deja dentro de su casa. La Habana no es una ciudad normal.